Eras ...

Eras un hombre de blanca sencillez.
Tus palabras brotaban claras en el silencio de la noche.
Mi infancia se viene de bruces al alma
cuando te recuerdo.
Eras el hombre de lento caminar:
La calle angosta olía a privaciones.
Tú la cruzabas con la paz
de conocer todos sus rincones.

Subías las empinadas calles
de mi niñez
Y te pesaba el trabajo del día,
te dolía nuevamente la escasez...
A mí hoy me duele la ausencia de tu partida.
Aunque quizás estés y no te hayas ido.
O acaso en realidad partiste pues no estás conmigo.
¿Dónde estás?
El lápiz, la peineta, siempre en el bolsillo. Tus hábitos de siempre por siempre desaparecidos.
El tiempo pasa rápido, papá. Muy rápido. Y tú duermes bajo el limonero de mis sueños...
Envié un pájaro para que te acompañara. El pajarillo voló como tu aliento en octubre.
Entonces enviaré un ramillete de flores, y me sentaré a esperar que se marchiten.
Y mientras el tiempo pasa, te hablo con la frecuencia del sol y de la luna.
Y tú me respondes con la brisa otoñal que envuelve mis sentidos y seca mis lágrimas .
Duermes mirando la nada. Dime ¿Cómo es la nada?
Hoy tus ojos están cerrados al mundo...




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