Manifiesto


Me declaro única e irrepetible.

Visible,

aunque a veces parezca sólo una brizna
arrastrada por el viento.

Me declaro nostálgica

como un girasol,
alegre como el acorde
más nítido de una guitarra
y melancólica como la copa de vino
que quedó esperando.

Pero, por sobre todo

me autodefino
absolutamente sensible
aunque no lo diga,
aunque nada pida;
aunque no exija
el gesto,
la señal, 
la mirada,
la palabra,
la flor,
el beso,
el abrazo,
la carta,
el poema,
el silencio,
el susurro,
la sonrisa,
la mano
o la lágrima.

Y me declaro viva

y con sueños.

Y con un corazón redondo
que late permanentemente
recordándome 
lo bello que es amar
cuando abrazo tres rostros,
tres almas,
tres vidas.

Y con una boca que me acompaña

con sus canciones en francés,
y unas manos que me ayudan
cuando hay tanto por hacer.

Me declaro amante 

de la simpleza 
de mis días de ocio,
esos que no ofrecen 
mas que el silencio del atardecer.

Y rechazo 

toda suerte de imposición
que pretenda cambiar mi tendencia
a la cercanía del lápiz y el papel,
o que quiera modificar
el disfrute
del aroma a tierra en mis manos
y la dureza del suelo en mis rodillas.

Me defino como una mujer joven

porque los años los llevo apenas en la piel; 
y en mi espíritu la vitalidad de ayer
es reflejo de mi mejor momento.

Me declaro simplemente rebelde

con una causa clara 
y específica,
y por la necesidad imperiosa
de cambiar 
el curso de mis tiempos.






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