Mar adentro.

Como un velero 
desplegaré velas; 
soltaré amarras 
para que el viento 
sople con libertad, 
empujando esta barca 
que se atreve a romper 
la quietud del atardecer.

Y el sol brilla 
sobre mi cabeza, 
y la bahía quedó atrás, 
y el azul invita, 
y el viento canta, 
y las aves planean 
sigilosas mis pensamientos. 

En tanto, 
la barca avanza, 
mágicamente 
hacia el horizonte, 
y yo me dejo llevar 
por el oleaje 
que adormece.  

El aroma a océano
envuelve mis sentidos,
y mi rostro 
que se ha vuelto bello; 
y mi voz, canto; 
y mi pensamiento, poesía; 
y mis manos, esperanza.

Trozos de espejos ciegos 
que dormían en mis bolsillos, 
caen en las aguas: 
destellos de sol 
y azul de cielo 
repetidos en mil pedazos, 
antes de bajar a las profundidades. 
Observo incrédula; 
observo y sonrío; 
respiro 
y me permito, 
en la belleza del crepúsculo, 
simplemente vivir...






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