ESCRIBO

Te escribo,
así seas un árbol o un camino:
te escribo.

Escribo a mi pasado
que arrastró hojas,
sueños desprevenidos
canciones de amor
y juegos infantiles.

Escribo a las tardes
esas que se descuelgan silenciosas
en la taza de té.

Escribo a las palabras
que mi corazón aprendió a decir
a lo que mi alma espera cada noche
a lo que mis ojos sueñan ver
al término del camino.

¡Escribo a tantas cosas!
Escribo a todo lo que cruza mi alma
y veo por mi ventana.

Y te escribo a ti.

Aunque no leas
aunque no sueñes conmigo
aunque tus palabras
hayan sido arrebatadas
por el reloj.

Le escribo
a tu mirada de ave desterrada,
a tus palabras viajeras,
a tu transparencia,
a tu encanto,
a tu música,
a tus abrazos
y besos pendientes.

Y me animo a escribirle
a tus sueños inconclusos,
a tu vida quieta
como el vaso de agua que me contempla
sin grandes aspiraciones.

Dejo el temor a un lado
para escribirte,
escribirte
y escribirte.

Aunque no me leas
aunque no me sueñes
aunque no me esperes
aunque no me quieras para ti.

¡Aunque te hayas quedado
en la distancia
de las palabras!

Por eso,
sólo te escribo,
sin grandes aspiraciones,
como el vaso de agua
me mira distante
mientras su contenido
se evapora.



11 de febrero de 2015.



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