ASÍ ERES

Eres la selva del sur
que estila su humedad en helechos,
alerces, araucarias y coralillos;
eres agua mil veces repetida
en hojas, tallos y flores,
gotas de inexplicable transparencia,
así eres tú.
Sólo tu mirada
sabe hundir su mano
en la profundidad verde y palpitante
de la tierra que aguarda
quién sabe qué suerte.

Allá, donde los lagos hablan pausadamente
su lenguaje de juncos y estrellas,
donde los grillos charlan con el crepúsculo
el idioma verde azul de los campos,
allí estás tú,
sumergido en tus sueños de tierra y gnomos,
polvo de estrellas sobre tu cabeza;
raíces de pensamientos libres
se agarran a la profundidad de las aguas,
sólo como tú sabes hacerlo.

Anoche te imaginé con la fuerza del río
que desciende de las montañas:
frío y fuerte, azul y claro;
rugiendo en la mañana,
arrullando por la noche
voces nocturnas de inesperado vuelo.

Eres  pez dorado
navegando corriente arriba
en busca de la  fuente y su paz
para navegar  verdes utopías
y echarte a  flotar
sobre caracoles dormidos.

Eres tú simplemente,
rompiendo la tarde y su monotonía:
crujen hojas secas bajo tus pies;
cuelgas tu mirada
en milenarios árboles;
dejas tu corazón encerrado
en el hueco mudo de la montaña;
tus manos viajan por la húmeda tierra
con sabor a lombrices y hojas muertas.

Así,
tus ojos se pierden
en el rectángulo de tu ventana
y viajan en un breve trozo de verdor
al sur,
llamando  con voz
de colibríes y bandurrias
a través de los tiempos,
a través del tiempo.




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