SEGUNDO MANIFIESTO
Soy libre: sólo me atan sueños,
sólo me retienen esperanzas,
sólo soy prisionera de lo que vendrá.
Soy mujer de pies
en la tierra
y corazón
clavado en el cielo.
Me declaro en búsqueda
pero también en encuentro
cada hora de mi vida.
Soy común
y silvestre como la hierba.
Directa
y sin dobles lecturas
para quien sepa
para quien sepa
y quiera leerme.
Me declaro ermitaña
entre mis silencios
de blancas paredes
y ventanas abiertas al mundo.
Sólo soy una mujer
con fantasmas
y demonios
ocupando
ocupando
un espacio en mi mesa
y un lugar
en mi cama.
Soy la mezcla perfecta
de malhumor,
descontento
y también indiferencia.
La dosis exacta
de sonrisas
y benevolencia,
de perdón
y olvido.
Sólo me declaro
un puñado de lágrimas
atascadas en el alma
y que sonríen allá
justo en el borde blando
de este rojo corazón.
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