A VECES
A veces
hay que anudarse el temor
a la cintura
y esquivar
una que otra lágrima
para cruzar la hora oscura.
A veces
hay que sonreír
con la mirada
que sabe reconocer
manos desconocidas
que retiran la tierra
de tu sepulcro.
A veces
hay que anudarse el temor
a la cintura
y seguir caminando
sobre huellas nuevas.
A veces
-sólo a veces-
hay que cargar en los bolsillos
recuerdos
de recuerdos
que son sólo cenizas.
A veces
hay que atarse al corazón
un mañana desconocido
que tiene vida en la memoria
de los sueños.
A veces
-suele suceder-
que hay que coser la voz del alma,
acallar su temor,
contemplar su tristeza
y consolar su dolor.
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