Blanca Ester
En el cuarto viento del rezo.
Así comenzó todo,
así fue y contigo terminó.
Observo el duro rostro de mis raíces
en las brasas que sobreviven a la noche.
Viejas aves cantan melodías indescifrables
en la espesa noche
abandonada por las estrellas.
En mi hogar se abren las ventanas
y dan paso a ánimas y tordos.
Tras ellos,
tu manto tiñe gris mi tierra
y se pierde en bocas de serpientes
que aún te siguen desde la infancia.
"Son cosas del diablo"...
pareces maldecir.
Lo sé, anciana, lo sé.
Tus grises ojos
son mis lamentos nocturnos
de un libro de cuentos ya cerrado.
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